Forges ha sido uno de estos dibujantes raros que no necesitan cambiar de estilo ni evolucionar. Su sistema de signos era desde el comienzo tan completo, breve y exacto que le sirvió toda la vida para explicar lo que quería: este lugar convulso que es España. Porque sus personajes no pueden ser daneses o neozelandeses, son inequívocamente cercanos: jóvenes mesetarios y viejas de luto con pañuelo a la cabeza que filosofan por campos desiertos, inmovilistas represores sentados en poltronas, oficinistas eternos, gente corriente, los marianos. Y también hombres absentistas que leen prensa deportiva mientras su mujer -mas inteligente que ellos y con mas amplitud de miras- se los mira pensando que merecía una cosa mejor… Porque Forges desde siempre, antes del empoderamiento femenino, ha reflejado en sus viñetas el papel secundario de la mujer dentro de nuestra sociedad.
Y lo mejor, ha creado lenguaje continuamente. Un casticismo no complaciente, sino crítico y creativo. La palabra bocata se invención suya… y por error!!
Forges evidentemente ha sido algo menos y algo más que un dibujante. Ha sido un periodista de análisis dibujado con rotulador. Y, probablemente, unos de los pocos de estos oficio que ha tenido el consenso, la admiración y el seguimiento de casi todo el mundo. Una cosa rara!